Nadie piensa en los niños
Es probable que seas conocedor de esos airados debates ciclistas de la ciudad, y que conozcas algunas de esos dos tipos de personas que defienden con uñas la necesidad de construcción de carriles bici segregados o que defienden con uñas que no se construyan carriles bici segregados.
Si eres de los primeros, creo que este artículo no te va a gustar mucho, pero si eres de los segundos, creo que tampoco te va a gustar. Y eso me alegra, pues vivimos en una época en la que la vida se ha convertido en binaria: o estás a favor o estás en contra. Y si piensas que las cosas no solo son siempre de una forma u otra, no tienes espacio para expresarlo, porque la dictadura de las redes sociales sólo te va a dejar que se conozcan dos frases, el resto nadie lo va a leer.
La falta de empatía y el cortoplacismo inundan nuestra sociedad, en la que además el insulto y la ridiculización del que no piensa como nosotros, parece que está bien aceptado. Esta actitud infantil la potencian las redes sociales y por desgracia, nuestros políticos en sus declaraciones diarias.
Es muy triste que algunos políticos locales de Alcorcón se expresen en Twitter como jamás permitiríamos expresarse a nuestros hijos, con una falta de educación y de argumentación que sólo puede llevarnos al desastre. Pero nadie piensa en los niños, ellos los que menos lo hacen, nadie parece darse cuenta que nuestras acciones serán imitadas por ellos cuando sean mayores. Esos políticos de hoy están forjando un muy mal futuro para el mañana.
Los niños repiten las acciones de sus mayores. Los niños son pequeños, pero no tontos, y además, son nuestro futuro.
Y me parece increíble que ese debate sobre los carriles bici se defienda por unos u otros pensando que una infraestructura cambia una sociedad por sí sola. No, la sociedad la cambian las personas, y nuestra sociedad es como es, porque es un reflejo de lo que nosotros vimos en nuestros padres.
Nuestros padres nos dieron momentos de ocio, de diversión, de alegría, gracias al coche, ese que nos llevaba al pueblo o a la playa. Y nosotros, los niños de entonces, hemos anhelado tener nuestro propio coche, porque es lo que vimos a nuestros padres. Pero la cosa se ha desmadrado, y ahora el coche sólo consigue libertad en algunos momentos, en otros llega a ser un tormento.
Pero ¿Qué le estoy enseñando yo a mi hija? Mi hija tiene ahora 9 años y lo que ve es que a los momentos de ocio se llega a través de un coche. Y es lo que hay. ¿Puedo esperar que mi hija cambie la sociedad cuando sea mayor? Mi hija ya sabe incluso de qué color quiere su coche: azul.
Por suerte (o desgracia) mi hija tiene un padre muy cansino, y lleva desde hace un par de años sacándola con la bicicleta por Alcorcón. Mercadeando y cambiando de bici cada poco para llegar lo antes posible a una bici con marchas, porque Alcorcón tiene cuestas. En su vida lleva ya cinco bicis distintas, no me digáis que no me lo curro.
Primeros aprendizajes para mi hija
- Por la acera, papá no puede ir montado, tú de momento sí.
- La gente mayor no siempre te ve o te escucha: párate si es necesario.
- Cuando vamos por la calzada, somos un coche, y vamos por el centro del carril… ¡del carril, no de la calzada!
- No te preocupes de los otros coches, ellos saben lo que tienen que hacer, tú no hagas cosas raras, sólo haz lo que se espera que hagas como coche que eres.
Ahora mismo los defensores del carril bici tendrán los pelos como escarpias. Pero es que esto es así, las bicis son un vehículo más y los vehículos van por la calzada. Así lo hago yo y así quiero que aprenda mi hija a hacerlo.
Y la última frase que le digo a mi hija, la más importante de todas, la que le digo para no olvidarla yo nunca:
Los niños son imprevisibles, no te fíes de lo que haga un niño cuando esté cerca
Esta frase la he aprendido en mis propias carnes. Aquí mi experiencia.
Papá, tengo que parar
Las prioridades de mi hija son claras: cuando tiene sed, o cuando le entra un pelo en el ojo, o cuando le pica la cabeza, o cuando ve un gato callejero… se para.
Da igual que repita una y otra vez que no se puede parar en cualquier sitio, que se aparte, que me lo diga, que espere… ella se para, y cuando se lo recuerdas te pide perdón, pero ya se ha parado.
Tengo que controlarme, porque no puedo reñirla, porque lo peor para aprender es un padre enfadado: eso hará que el niño termine odiando lo que le estás enseñando.
Papá, no puedo más
Esta es la continuación de la anterior. Mi hija va cambiando piñones hasta el grande, el plato al pequeño y se acabó, lo siguiente sería un motor eléctrico, pero no tiene, así que se para. Alguno pensareis que mi hija es una tirillas: pues no creo que sea ni más ni menos que ninguna otra niña de su edad.
Pero si para poder usar la bici es necesario tener una capacidad extraordinaria, dejemos de enredar: coche y se acabó.
Papá… ¡espera!
El Alcorcón del s.XX es la ciudad donde nacen las glorietas. En cada cruce hay una.
- Estrategia 1 o la de “papá va delante”: explicas a la niña que cuando papá entre en la glorieta ella tiene que ir a continuación. Pues cuando tienes oportunidad, gritas “¡vamos!”, sales a tu glorieta, miras por tu espejo y ves a tu hija parada gritando “papá… ¡espera!”. Das la vuelta a la glorieta y vuelves a empezar. Así todas las veces.
- Estrategia 2 o la de “papá va detrás”: le explicas a la niña que cuando papá le diga, tiene que entrar a la glorieta y papá va detrás. Pues cuando le dices “¡adelante!”, ella te dice “papá… ¡espera!” con cualquier argumento, pelo en la cara, pie que se ha salido del pedal, gato callejero que cruza,… En ese momento dices “ahora no entres, que viene un coche” y vuelves a empezar.
¿Cómo aprendí yo?
Así que reflexionas de cómo aprendí yo a montar en bici. Sí, lo recuerdo, en una GAC por un camino en el pueblo, luego, 40 años después y tras cuatro coches en mi propiedad, necesité unos cuantos meses buscándome la vida por Madrid por carriles bici, y luego cuando me sentí seguro, y poco a poco, por el centro del carril: Juan Bravo, Conde de Peñalver, Narváez, Alcalá, Castellana, Embajadores,… Y cuando sales a la periferia, aprovechando los carriles bici allá donde son mejor ruta que la calzada, no lo voy a negar.
Y para conducir coche, con 18 años, tuve semanas de teórico, y luego semanas de práctica, con un profesor que controlaba el coche en caso necesario.
¿Cómo puedo enseñar a mi hija?
Puedo esperar a este verano en el pueblo a practicar con la bici (nuevamente el ocio se consigue a través del coche) y esperar que en 40 años ella piense que es buena idea retomar lo de la bici.
Puedo perder la paciencia con ella yendo por la calzada, y que en algún momento de tensión ella coja miedo a la situación y no quiera volver a coger la bici.
Puedo irme con la bici a un parque y que a la segunda vuelta me diga “papá, esto es un rollo“.
O puedo jugar con ella por esos desastres de carriles y aceras bici de la localidad, aprendiendo a cruzar la calzada, cogiendo pequeños tramos de calles tranquilas para poder ir a otros tramos de carriles o aceras bici, o a otros parques, y así llegar hasta Las Presillas, Butarque, Polvoranca, o Fuente Cisneros, y quizá un día a la Venta de la Rubia. Pero nunca iremos hacia Campodón o Tres Aguas, y quien se pregunte por qué es porque no conoce Alcorcón.
Pues esto último es lo que he terminado haciendo con un resultado bastante bueno. Un día, por la avenida de la Libertad, en el tramo más complicado de todos, ella me dijo “papá ¿podemos ir por donde los coches?” y le dije “claro que sí, hija, ya sabes, por el centro del carril, tú vas delante, yo te voy indicando, no te preocupes de los coches, bla, bla bla…”, mientras en mi cabeza me repito lo de “los niños son imprevisibles, no te fíes de lo que haga un niño cuando estés cerca“.
Con esta estrategia llegamos a donde no me imaginaba que podríamos llegar sino fuera en coche.
Entonces ¿estás a favor o en contra de los carriles bici?
Volvemos al mundo del blanco o negro,… después de horas escribiendo lo que supongo que has leído con atención, sigues necesitando un simple “sí” o “no” para reafirmar tus ideas. Lo siento, no soy de los tuyos ni de los que tú consideras tus contrarios.
Clasificar a una persona solo sirve para anularla, para que en cuanto la tengas en tu bando o en el contrario, simplemente la defiendas o no la prestes atención. Lo difícil es leer, entender y razonar.
En breve publicaré lo que yo creo que debería ser la estrategia para la bici de Alcorcón, que es aterrizar mi experiencia personal como usuario de la bici y como padre en un mapa de la localidad.
Moraleja
Tener hijos te cambia la vida, dejas de ver a los niños como adultos de pequeño tamaño y ves que tienen su propio cerebro que no funciona como el tuyo. Sus prioridades y sus preocupaciones no son las tuyas, pronto lo serán, pero no mientras los niños sean niños.
¿Alguien ha pensado en que los niños de hoy serán los adultos de mañana? Es más ¿alguien piensa en los niños?